¿Cómo saber si estás embarazada?

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Toc, Toc… ¿Hay alguien ahí?

Cuando se busca un embarazo de forma natural, una no se da cuenta de qué está embarazada hasta que nota que percibe un retraso en el ciclo menstrual.  Hasta que llega ese momento vives en un mar de dudas sin saber si ese mes habrá ocurrido el milagro. A mi en esos tiempos de búsqueda natural, la regla siempre llegaba puntual salvo un par de veces, en el que me hice un test de embarazo que salía siempre negativo. Con mis tratamientos de reproducción asistida  únicamente llegué a tener una transferencia con un único embrión con resultado positivo. Aunque acabó malamente, en esta última betaespera no he podido evitar comparar cualquier síntoma que pudiera tener con los de aquel momento, ya que inevitablemente relacionaba esas sensaciones que tuve con un resultado positivo.

En estos días de espera he estado buscando en mí misma síntomas que me llevasen a creer que posiblemente podía estar embarazada… Como la otra vez tuve complicaciones a la hora de ir al baño desde el día siguiente de la transferencia y molestias tipo regla, sofocos; al no sentir nada de esto, en los primeros días de betaespera me entraron unas ganas locas de llorar. Lo obvio es no sentir nada, y todo lo que pueda ocurrir en nuestro cuerpo es debido a la medicación: progesterona y meriestra (en este caso en concreto). Pero aún así el miedo es inevitable, estamos tan acostumbrados a perder que se hace difícil creer que va a ser la buena. Pedimos sentir cosas antes de tiempo para agarrarnos a una ilusión, cosas que no deberían sentirse hasta mucho más adelante. Al final, una no tiene forma de saber lo que está ocurriendo dentro de su cuerpo hasta que llegue el momento oportuno, y ese sin saber, nos tiene inquietas, optimistas, acojonadas, esperanzadas y derrotadas al mismo tiempo.

Esta segunda betaespera la he llevado bastante peor desde el punto de vista emocional. Aunque en la transferencia me lo pintaron muy bien debido a la calidad de los embriones y del buen estado de mi endometrio, una siente un vértigo bestial ya que esos comentarios me subieron en una nube de ilusión y optimismo. Se está muy a gusto ahí arriba si, es muy bonito creer que es posible, pero cuando no haces más que esperar el momento en el que te vas a dar la siguiente hostia, hace que te tiemble todo.

Aunque no tuve los síntomas de los que os hablaba antes, si tuve un día unos reflujos bestiales, y según por lo que leí se debían a las altas dosis de progesterona y estrógenos que se producían durante el embarazo, y eso me hizo desanimarme, ya que aprendes la lección que todos esos síntomas que te agarran hacia la esperanza no son más que una ilusión. Como esos sofocos que tuve en mi anterior transferencia… si estos se producen por la caída de estrógenos al comienzo del embarazo ¿como me va a pasar ahora si los tomo a diario en dosis elevadas?… ¿y como va a ser este ciclo igual si la otra vez venía de dos estimulaciones seguidas y esta vez es un tratamiento de ovodonación con dosis mínimas? Y como me dijo mi marido…

No esperes sentir lo mismo si quieres resultados diferentes.

Este argumento me entonó un poco: “Si quieres que el escenario sea otro, a lo mejor sentir cosas diferentes es bueno, algo que augure un final feliz“. Pero aún así, los nervios ganaron la partida y me llevaron a hacer lo que me prometí que no haría, un test de embarazo. La otra vez no fui capaz por miedo al negativo, y cuando me lo hice fue tras tener una beta positiva, y aunque el resultado fue favorable, en la ecografía no se llegó a ver nada. Esta vez seguía teniendo ese mismo miedo, miedo al negativo, pero llegó un momento en el que no aguantaba más. Me preparé para hacerlo, pero con la idea de que era pronto y que seguramente iba a tener un resultado negativo. Era el día 14 post punción, 9 días post transferencia de blastocistos… La pantalla empezó a parpadear y de pronto apareció este resultado en la pantalla…

No voy a negar que me dio un vuelco al corazón. Un test positivo tan pronto. Mi primer test positivo en un día 28 de un ciclo normal. El que me hubiera gustado tener años atrás. Un test con el que habría dado saltos de alegría… No como ahora que, a pesar de haberme ilusionado tras hacerme ver que las nanas y mis palabras podían llegarle a mis pequeñines verdaderamente, el miedo me puede. Es como si no me fiara, como si aún no me sintiera embarazada. Necesito esa beta positiva que confirme el embarazo. Una beta alta que concuerde con los datos del test… Y una ecografía en la que se pueda confirmar que realmente hay embarazo. El bioquímico, como es lo único que conozco, me está torturando y no me deja disfrutar del momento que tanto tiempo llevo deseando experimentar. Este es el camino que nos ha tocado llevar a muchas de nosotras, el tener una victoria y no poder vernos como vencedoras. Lo cierto es que si todo está bien, no hay nada que temer, pero aún así nos cuesta creer que nuestro momento ha podido llegar por fin.

Mañana por fin es la beta en sangre, ojalá la suerte esté con nosotros por fin y la beta de un valor altito y pueda vislumbrar el final feliz de este cuento que estamos viviendo. Esta es la única forma de saber que se está embaraza, el poder detectar la hormona Beta-HCG bien en orina o en sangre y luego poder confirmarlo mediante ecografía. Y esos son los pasos que hay que dar… Y hasta que no llega el momento oportuno cualquier cosa que pueda ocurrir antes no es determinante. Esperar es lo único que hay, aunque se haga cuesta arriba.

Ya solo quedan unas horas para confirmar nuevamente que puedo estar embaraza POR FIN!!! Ojalá salga todo bien… Y que pueda cuidar por fin de mis pequeños Zipi y Zape, que desde el mismo minuto 1 ya los quiero con locura, y más que lo voy a hacer.

¿VOSOTR@S COMO HABÉIS LLEVADO ESTOS DÍAS?

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